Una vez que, por vicisitudes un tanto complicadas de explicar en pocas líneas, las figuras bíblicas se segregaron de la Cofradía de Jesús Nazareno sus ropajes, rostrillos y martirios pasaron a guardarse en arcones de casas particulares. Cuando llegaba nuestra Semana Mayor, nuestros antepasados, movidos por el irresistible deseo de desfilar acompañando a nuestros Titulares, buscaban lugares amplios e idóneos donde poder organizar las vestidas y confraternizar; por lo general espacios amplios donde colocar mesas improvisadas con cuatro tablones y sillas de anea: molinos, graneros, grandes y amplios patios…
Con el paso del tiempo quienes poseían los enseres propios de una Corporación comenzaron a alquilar casas para juntarse tanto en Semana Santa como en Cuaresma, siendo a partir de mediados del pasado siglo cuando comenzaron a considerar la posibilidad de adquirir la propiedad de dichas Casa-Cuartel.
De Las Potencias del Alma, cuya antigüedad se remonta como bien sabemos al último tercio del siglo XIX, se tiene conocimiento de haber custodiado sus ropajes en la calle Manuel Varo, en su número 7, casa propiedad de Manuel Muñoz Sánchez, donde se mantuvieron ropajes y enseres, al menos, hasta mediados de la segunda década de los años veinte del siglo pasado. Con posterioridad, se conoce que fue la familia formada por Dolores “LA POTOCA” y Miguel quienes mantuvieron el preciado arca con las propiedades de La Corporación hasta finales de los cuarenta. Era “LA POTOCA” una persona dotada de una simpatía natural, conocía y recitaba con una gracia inigualable poesías y anécdotas semana santeras, era ella quien había heredado la casa, la ropa, martirios y demás enseres de Las Potencias de su padre, logrando contagiar a su esposo. Por último, sería el hogar de José Miguel Romero Chaparro el que albergaría el baúl con todos los enseres de figuras y centuriones hasta que se asentó la Corporación en el actual emplazamiento.
Por su parte, la Casa-Cuartel de nuestra Corporación, teniendo en cuenta la antigüedad de Las Potencias del Alma podemos considerar que no ha tenido un carácter muy itinerante. Desde 1917 hasta mediados de los años veinte en la calle Cerrillo; en 1926 en la calle Justicia; de 1946 a 1952 en una de las casas que existía en la calle Castillejos, a la altura de donde se encuentra el castillo, propiedad del Hermano José Romero Chaparro “Calolo”; en 1957 en la calle Casares; en 1959 Cristóbal Castillo; en 1960 en la Calle San Sebastián; también estuvo en la calle La Huerta; siendo a partir de principios de los sesenta cuando se asentó en el lugar donde hoy en día se sitúa, calle Calzada, número 22.
La propiedad de esta casa fue pasando por diferentes personas, dándose la especial singularidad de que todos esos propietarios fueron, además, hermanos de la Corporación.
El último de estos propietarios fue el carismático hermano de Las Potencias D. Antonio Rodríguez Cejas “ Remendao”, piedra angular de la Corporación, factótum de la misma en aquellos años difíciles y de declive de la Semana Santa; Hermano especialmente operativo en cuantas facetas se proponía. En un auténtico alarde de generosidad, en Junta Ordinaria celebrada el 22 de septiembre de 1975, comunicó la donación de la casa a la Corporación. Una curiosa anécdota es que este hecho lo firmó en una servilleta de papel.
Fue con posterioridad, casi una década después se firmaron las escrituras pasando la casa a ser propiedad plena de Las Potencias del Alma.
Se pudo acometer de este modo la primera gran reforma, ya que la casa tenía una estructura que ya no era apta para las nuevas necesidades, tratábase de una casa de una única planta y con grandes limitaciones. Estaba previsto amortizar los gastos de la obra con la venta de las figuras bíblicas “Los fundadores de Israel” que eran propiedad del Grupo “La Cruz” quienes se unieron con anterioridad a Las Potencias del Alma. Sin embargo, por la circunstancias tan propias del terreno de La Calzada, el presupuesto inicial se invirtió en tres pilares, debiendo afrontar los Hermanos un préstamo a diez años para poder acabar la obra; mas debido al tesón, imaginación, buen hacer y fuerza de voluntad de todos, se consiguió amortizar en tan solo tres años.
La nueva edificación, ya de dos plantas, dio paso a un Cuartel que sigue la línea clásica de las casas habilitadas a ese efecto.
Con posterioridad, a consecuencia de los graves desperfectos ocasionados por el mal estado de un solar colindante y las condiciones meteorológicas del Jueves Santo del año 2004, se produjo la caída de la pared medianera, siendo la parte más afectada la cocina situada en la parte alta de la casa y el cuarto donde se guarda toda la indumentaria de nuestras figuras Bíblicas y Centuriones romanos.
Ya a las pocas horas del desastre se organizó una reunión de urgencia en el Cuartel de la Corporación La Destrucción de Sodoma donde se acordó la creación de una Comisión de Hermanos encargada de la reconstrucción de nuestro nuevo Cuartel. Esta Comisión haría un seguimiento continuo, en programadas reuniones organizadas en el Cuartel de nuestros vecinos “LOS ATAOS” buscando presupuestos, siendo finalmente la empresa “COFEDUR, S.C.A.” la encargada de las obras que se iniciaron en noviembre; finalizando las obras en la Semana Santa de 2005.
La transformación de la Casa-Cuartel fue muy evidente: la cocina se amplió y se acondicionó una gran despensa; la solería de la casa fue totalmente modificada; los aseos, tanto de hombre como de mujer, se reformaron en su totalidad; el salón, se mejoró; toda la instalación de fontanería, electricidad y carpintería metálicas de ventanas y puertas se puso nueva…
Dicha reforma dejó la Casa de La Corporación tal como está hoy en día, salvo algunas pequeñas reformas posteriores que han servido para el embellecimiento de este lugar lleno de encanto.
Pero todos sabemos que la Casa de una Corporación es mucho más que la descripción de un edificio y sus vaivenes históricos, la Casa-Cuartel, para todo manantero es ese sacrosanto lugar donde se viven momentos entrañables y donde se mantienen vivas nuestras tradiciones más arraigadas.